Marzo 4: los muy predecibles funerales del PRI

Cumple 93 años y vive el acelerado proceso de degradación que le conduce a una muerte largamente anunciada.

Durante 72 años disfrutó de los privilegios de ser el brazo electoral del Gobierno en turno, hasta que sucumbió y perdió la Presidencia de la República en el año 2000, debido a sus errores, abusos, excesos, corruptelas y traiciones al llamado proyecto de la revolución mexicana, que se extravió en el frenesí neoliberal que lo alejó de los votantes.

Estaba en proceso el nombramiento del Presidente interino Emilio Portes Gil, luego del asesinato del Presidente electo Álvaro Obregón, quien fue ultimado el 17 de julio de 1928 después de ganar la elección presidencial para el periodo 1928-1934.

En su mensaje político del 1 de septiembre de 1928, ante el Congreso de la Unión, Elías Calles afirmó: “Quiero decir, entre otras cosas, que este templo de la ley parecerá más augusto y ha de satisfacer mejor las necesidades nacionales cuando estén en estos escaños representadas todas las tendencias y todos los intereses legítimos del país; cuando logremos, como está en gran parte en nuestras manos conseguirlo, por el respeto al voto, que reales, indiscutibles representativos del trabajador del campo  y de la ciudad, de las clases media y submedia e intelectuales de buena fe y hombres de todos los credos y matices políticos de México, ocupen lugares en la representación nacional, en proporción a la fuerza que cada organización o cada grupo social haya logrado conquistar en la voluntad y en la conciencia públicas”.

Explicó Elías Calles: “Cuando el choque de las ideas substituya al clamor de la hazaña bélica; cuando, en fin, los gobiernos revolucionarios, si siguen siendo gobiernos porque representen y cristalicen en los hechos el ansia de redención de las mayorías, tengan el respaldo moral y legal de resoluciones legislativas (…) en que hayan tenido parte representantes de grupos antagónicos”.

En su doble discurso, el general calles defenestraba a los caudillos surgidos de la lucha armada, pero al mismo tiempo asumía con naturalidad su papel de “jefe máximo de la Revolución Mexicana” y advertía:

“Que no sean sólo los hombres, como ha tenido que suceder siempre en la dolorosa vida política de México, hasta hoy, los que den su única relativa fuerza, estabilidad y firmeza a las instituciones públicas. Que elegidos los hombres por sus merecimientos o virtudes y por los programas sinceros que determinen su futura acción, sean las instituciones y el manto de la ley lo que los consagre y los haga fuertes y los envuelva y dignifique, lo que los convierta, por modestos que hayan sido, en reales personificaciones de la patria; personificaciones transitorias, pero respetadas y respetables; figuras convertidas por la voluntad nacional, en exponentes de sus necesidades, en símbolos vivos del país…”.

Seis meses después, el 4 de marzo de 1929, promovido por el expresidente Elías Calles, fue fundado el Partido Nacional Revolucionario, que en 1938, durante el Gobierno del general Lázaro Cárdenas del Río, cambió de nombre a Partido de la Revolución Mexicana y finalmente, a partir de 1946, durante la administración del general Manuel Ávila Camacho, se denominó Partido Revolucionario Institucional.

Fue el Partido Nacional Revolucionario el que llevó al poder al general Lázaro Cárdenas del Río, quien el 18 de marzo de 1938 realizó la expropiación petrolera

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